CUMBRE DE BALI // A LA BÚSQUEDA DE UN SUSTITUTO PARA EL PROTOCOLO DE KIOTO
El 14 de diciembre concluía la Cumbre de Bali sin conseguir un acuerdo de cifras para reducir las emisiones cuando expire el plazo de Kioto. La reunión estuvo marcada por las presiones de los países del norte hacia los países del sur y por la ausencia de voz de los movimientos sociales, que se agolpaban en las puertas de la sede central para pedir “justicia climática”.
BALI. Manifestación por la “justicia climática” el pasado 7 de diciembre / Tamra Gilbertson
Una ‘hoja de ruta’ que lleve hacia Kyoto II, pero ninguna cifra que obligue a reducir emisiones. Ése es el balance de la Cumbre de Bali, que se cerró el 14 de diciembre con un pacto que Greenpeace ha calificado como “un tigre sin dientes”. En los folios del acuerdo, a pie de página, se hace una reseña a las reducciones propuestas por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPPC). Científicos y científicas del IPCC, reunidos en Valencia el pasado noviembre, proponían la reducción del 20-40% de las emisiones para el 2020. Pero la ONU no ha conseguido convertir en vinculantes sus recomendaciones, principalmente por la presión de Estados Unidos que firmó el pacto a cambio de no fijar cifras de reducciones.
La red de colectivos que acudió a Bali para reclamar en las puertas de la cumbre una “justicia climática” tiene aún más cosas que objetar. Para la Plataforma Climate Justice Now !, en la cumbre se han planteado “falsas soluciones” que no incluyen la reducción del consumo, las transferencias económicas del norte al sur para pagar los costes de adaptación o la inversión en energías renovables. “Bali, una vez más, ha sido un ejemplo de cómo el poder corporativo y los países ricos del norte dominaron las negociaciones sobre el cambio climático”, comenta Tamra Gilbertson, coordinadora del Carbon Trade Watch (TNI), que pertenece al Durban Group for Climate Justice, germen de la actual plataforma. Para Gilbertson los movimientos sociales y los países menos poderosos “no han sido escuchados” durante las negociaciones.
Por otro lado, las presiones sobre los países del sur, especialmente India y China, para que frenen sus emisiones han permitido a los países ricos olvidarse de fijar sus propias obligaciones, ocupados en ejercer “un control injustificable” sobre ellos. “De nuevo, se está obligando a la mayoría del mundo a pagar por los excesos de la minoría”, apuntaba la Plataforma Climate Justice Now !
Además de presión, los países empobrecidos recibieron consejos para “contaminar menos” sin frenar la producción. Así, el secretario ejecutivo de la cumbre, Yvo de Boer, apuntaba como posible solución al incremento de las emisiones de las economías emergentes la utilización del “carbón limpio”. Esta tecnología consiste en capturar las emisiones de CO2 que se derivan de la quema de carbón para secuestrarlas bajo tierra. Para Greenpeace esta alternativa es un “peligro” porque las emisiones capturadas se deben almacenar en un depósito sellado que entraña riesgos de escape. Además “es una tecnología que no lleva a una reducción real de emisiones de CO2 ni a un cambio del modelo energético basado en los combustibles fósiles”.
Indígenas, sin voz ni bosque
Las políticas para frenar el cambio climático propuestas en esta cumbre son una continuidad de las creadas en Kioto. Así, se ha hablado de compensación y comercio de emisiones o de mecanismos de desarrollo limpio. Pero durante las reuniones se abordó con especial interés una novedad : las emisiones provenientes de la deforestación, que constituyen casi el 20% del total. Para mitigar esta fuente de CO2, la cumbre ha impulsado las políticas REDD (Reducción de las Emisiones provocadas por la Deforestación y la Degradación), con las que “se concederán ayudas a las naciones en vías de desarrollo para la conservación y la protección de sus bosques y junglas”, según el documento del acuerdo.
Esta iniciativa considera a los bosques “zonas de acceso prohibido”, pero “nadie ha consultado estas políticas con los indígenas”, como explica Daphne Wysham, codirectora de la Red de Energía y Economía Sostenible (SEEN) quien describe cómo a las puertas de la cumbre los habitantes de los bosques protestaban al ver peligrar sus hogares. Éstos se manifestaban mientras el Banco Mundial celebraba un cóctel con todos los asistentes para festejar el nacimiento de un fondo para reducir las emisiones de carbono mediante la protección de los bosques. Ese día, los espacios forestales y sus habitantes entraban dentro del sistema de comercio de emisiones del Banco Mundial, lo que “podría desencadenar en un mayor desplazamiento, conflictos y violencia”, afirma la Plataforna Climate Justice Now ! Este colectivo considera que el principal éxito de Bali, más allá de políticas de marcado tinte neoliberal para frenar el cambio climático, está en el “impulso que se ha generado en torno al movimiento mundial por la justicia climática”.
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