Tamra GILBERTSON I Activista contra el «negocio» del carbono
Estadounidense de origen y residente en Gijón, es una de las fundadoras de Carbon Trade Watch, un proyecto del Transnational Institute (TNI), una red internacional de investigadores. Participa en el proyecto desde 2001 y fue una de las fundadoras del Grupo de Durban por la Justicia Climática. Es coautora de «Comercio de emisiones: qué es y por qué no funciona».
Con el enésimo fracaso sobrevolando la inminente cumbre sobre el clima en Dinamarca, esta veterana activista se ha acercado a Bilbo, invitada por Ekologistak Martxan, para hablar sobre un aspecto menos conocido de este debate: ``Copenhague 09-¿Justicia climática o carbonocracia?''
Un activista indio, Soumitra Ghosh, afirmó que «éste es el mercado más absurdo e impensable que la civilización humana haya visto». Se refería al comercio del carbono como una de las medidas para luchar contra el calentamiento global. ¿Qué esconde este nuevo e intangible negocio del CO2?
Bien. En los noventa, Naciones Unidas empezó a luchar contra el cambio climático, hasta llegar al Protocolo de Kyoto. En principio, la intención era reducir los niveles de contaminación a la atmósfera, pero llegaron las presiones de EEUU, Australia y Canadá y con ellas la introducción de mecanismos dirigidos a esa reducción, un mercado de emisiones pero dentro del mercado libre. Europa dijo no al principio, pero luego cedió a las presiones, a Al Gore (sonríe)... Así que el Protocolo incluyó unos mecanismos que permiten, unos, negociar entre los países del Norte la compra-venta de cuotas de carbono, y otros, invertir en proyectos que permitan a las industrias contaminantes del Norte compensar sus emisiones invirtiendo en proyectos limpios en el Sur.
Pero ustedes lo que denuncian es que ésa era la teoría...
Es que, en primer lugar, los límites de emisiones fijados para las empresas no se fijaron a la baja, sino al alza. Las empresas contaminantes, por un lado, gracias a ese negocio de cuotas de carbono entre los países del Norte, están recibiendo mucho dinero, como aquí Iberdrola o Endesa. La otra media, la conocida como Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), que permite invertir en proyectos limpios en países del Sur, te puedo decir que yo he viajado mucho para ver de cerca estos proyectos, y muchos van dirigidos a seguir explotando petróleo, carbón, hierro. Es otra capa más de problemas para las comunidades de esos países. Esta medida, para los países en el Norte es una luz verde para continuar produciendo carbono. No es una solución para luchar contra el cambio climático. No es una manera de rebajar emisiones, es una forma de continuar explotando los recursos fósiles, cuando lo que habría que hacer es dejarlos donde están, bajo tierra.
Lo que sí parece evidente es que se adoptaron mecanismos de compensación de emisiones, pero no un control.
Así es. Porque quién tiene la responsabilidad de luchar contra el cambio climático... ¿Los países del Sur? No. Lo que estamos asistiendo es a una nueva forma de colonialismo. En la práctica, los Mecanismos de Desarrollo Limpio dan carta blanca para seguir contaminando en el Norte, donde empresas y gobiernos tienen una opción barata para seguir sus negocios, y en el Sur, donde los proyectos MDL que generan la mayoría de créditos garantizan subvenciones a algunas de las empresas más contaminantes del mundo.
Esto siembra dudas sobre si los gobiernos más ricos se creen realmente la lucha contra el calentamiento global o sólo es un lavado de imagen...
Yo creo que hay mucha gente que tiene clara esa lucha, pero no podemos olvidar la enorme presión de las grandes empresas y multinacionales. Sólo hay que fijarse en cumbres últimas como las de Poznan o Bali, había más representantes allí del lobby empresarial que de las ONG. Estas reuniones internacionales, las llamadas COP (Conferencias de las Partes), son más una feria de negocios que una cumbre de Naciones Unidas. Y lo mismo ocurre con la representatividad de los países: en Bali había más de un centenar de delegados de EEUU y sólo dos de Ghana... Detrás de esto hay mucho de dinero y de poder. Por ejemplo, en Panamá, indígenas están luchando contra una hidroeléctrica impulsada con estos fondos, es decir, una hidroeléctrica con su sello verde. Muchas veces el dinero no revierte en la comunidad, sino en hacerse con derechos, recursos, agua... ¿Quién se está beneficiando de todo esto?
Detrás de las políticas contra el calentamiento global hay mucho negocio. ¿No desanima eso a quien enarbola desde los movimientos sociales la lucha contra el cambio del clima?
No. Porque el negocio del comercio de emisiones sólo es una alternativa que no funciona. Pero hay más. Lo importante, más que cumbres como la de Copenhague, que también tienen su valor, son las luchas en cada sitio. Aquí se lucha contra la planta de coke, pero en Ecuador lo hacen contra Repsol. Y en Galicia contra una papelera contra la que también luchan en Uruguay. Y se trata de establecer vínculos entre esas luchas.
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